Marker/Sei Shonagon. Cosas que hacen latir el corazón.
En el siglo X Sei Shonagon, dama de la emperatriz, tomaba unos apuntes que con el tiempo se llamarían El libro de la almohada. Entre otras cosas hacía listas. Cosas sorprendentes y perturbadoras. Cosas embarazosas. Cosas espléndidas. Y muchas más. Una de ellas la recordaba Chris Marker en Sans soleil. Cosas que hacen latir deprisa el corazón. Estas listas son como una invitación. Recuperamos hoy cuatro de ellas:
Cosas que hacen latir deprisa el corazón
Gorriones que alimentan a sus crías. Pasar por un lugar donde juegan niños. Dormir en una habitación donde se ha quemado incienso. Advertir que un elegante espejo chino está un poco empañado. Ver a un caballero que detiene su carruaje frente a nuestro portón y ordena a sus servidores que lo anuncien. Lavarse el pelo, acicalarse y ponerse ropas perfumadas. Aunque nadie lo vea, sentimos un íntimo placer. Es de noche y uno espera una visita. De pronto nos sorprende el sonido de las gotas de lluvia que el viento arroja a las persianas.
Cosas que suscitan una profunda memoria del pasado
Hojas secas prensadas de malva. Objetos usados durante el Festival de las Muñecas. Encontrar un retazo de tela de olor violeta oscuro o morado entre las páginas de un cuaderno.
Es un día de lluvia y me aburro. Para pasar el tiempo, comienzo a mirar papeles viejos. Y entre ellos encuentro las cartas de un hombre al que una vez amé.
El abanico de papel del año pasado. Una noche de luna clara.
Cosas que pierden al ser pintadas
Clavelinas, flores de cerezo, rosas amarillas. Hombres o mujeres elogiados en relatos románticos.
Cosas que ganan al ser pintadas
Pinos. Campos en otoño. Aldeas de montaña y senderos. Grullas y ciervos. Una escena de frío invierno. Una inefable escena de tórrido verano.
Hay dos ediciones en castellano. Una selección de Jorge Luis Borges y María Kodama, en Alianza Editorial. Y una edición completa traducida por Amalia Sato, en Adriana Hidalgo editora.