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Archivos Mensuales: May 2014

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Sr. Director General:

La semana pasada terminó el curso «La evolución de las formas en el cine», impartido por Paulino Viota en las dependencias de la Filmoteca de Santander.

Una vez más queremos manifestar el extraordinario nivel de estos cursos, que cada año suscitan más interés.

Esperamos que desde esa Dirección General se sigan apoyando y que, gracias a ese empeño y a la generosidad del profesor Viota, podamos seguir disfrutando de una actividad de tanta calidad.

Ya hemos expresado en otras ocasiones que, tanto por su cuidada programación, como por la competente dirección del cine-club de los sábados y el grado de excelencia de los cursos impartidos por Paulino Viota, nuestra querida Filmoteca se encuentra a la cabeza en el ámbito nacional.

Es una auténtica satisfacción para los que amamos el cine y la cultura, poder contar con estos cursos dentro de la programación de la Filmoteca y queremos manifestarle nuestro reconocimiento por propiciarlos.

Nuevamente gracias y un saludo.

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Es una temeridad presentar estas películas completamente amateurs. Mucho más ahora, cuando la técnica digital hace que la más mínima película o anuncio tengan un acabado perfecto. He escrito lo único que se me ha ocurrido para justificar esta sesión que yo veía, en principio, como un abuso de confianza mío hacia ustedes. Así que he buscado unos motivos que pudieran, hasta donde fuera posible, justificar esta sesión:

1) Es insólita la extrema juventud del autor, recién salido de la adolescencia, o sin haber salido del todo.

La juventud es la característica fundamental de mi cine: primeras películas a los 18 años, cuando nadie (al menos en ese época) tenía edad para hacer películas, y la última, a los 34, cuando muchos estaban haciendo su 1ª película.

Eso explica que las dos primeras películas están hechas en verano y la última en navidades, porque es cuando tenía vacaciones, porque yo estaba en segundo año de ciencias económicas en Bilbao.

2) Posible interés de estas películas aquí, en Santander, porque aunque las películas no pretenden en absoluto mostrar la ciudad, al estar hechas enteramente en exteriores e interiores naturales, sí dan un reflejo, aunque sea tangencial, de cómo era la ciudad hace 48 años.

3) La primera película la hice completamente solo, como un hombre orquesta. Se estrenó el 4 de septiembre del 66 en el Ateneo. Así conecté con el grupo de teatro de aficionados que había allí. Ellos me sirvieron de actores para las otras dos.

Para José luis se sumó a ellos Javier Vega, primo carnal mío que quería ser escritor, que a continuación se fue a Inglaterra a aprender inglés y ya no estaba en Tiempo de busca. También se incorporaron algunas otras personas, como la novia de Javier, que hace muchos años es su esposa, y el inolvidable e insustituible Félix Bolado, el hermano mayor de nuestro Enrique.

En las dos últimas películas, que son de ficción, los guionistas, que, en el cine, son siempre los que están en el origen de las películas, aquí son también los protagonistas, los actores, que son siempre en el cine los que están en la fase final de las películas. Aquí encarnan a los personajes que han creado ellos, a sus personajes, encarnan, que es una palabra que me gusta mucho para definir el trabajo de los actores, aquí, sus propias historias.

Luego volví a ese procedimiento en la última película que conseguí hacer, Cuerpo a cuerpo, donde los actores también crearon sus personajes.

El cine, para mí que, quizá por ser hijo único, soy enfermizamente tímido, ha sido mi manera de abrirme a los demás, una forma muy intensa de diálogo, y yo quería hacer no tanto mis propias historias, como las de los demás, utilizar la competencia técnica, profesional, que yo buscaba para, más que contar las historias de los otros, trazar sus retratos, porque la idea del cine como retrato de unas personas me ha parecido muy estimulante.

4) Lo que me gusta de esta sesión es que, aunque no lo pensé de ninguna manera cuando hice estos mediometrajes, creo que no hace falta forzar mucho las cosas, sobre todo ahora, cuando el haber pasado tanto tiempo las acerca una a otras, para verlas como una única película en 3 partes. Que ésta sea una verdadera sesión de cine, más que un pase de cortometrajes.

El propio procedimiento del super8, que tenía una personalidad visual muy marcada, las unifica. Y también lo hace la tosquedad amateur, muy torpe, de la técnica de realización. Y luego, en cuanto a desarrollo narrativo, la primera es un documental sobre un determinado aspecto, circunstancial, de Santander, y las otras dos, una está centrada en las tribulaciones de un chico y la última en las no muy diferentes, pero tampoco exactamente iguales, tribulaciones de una chica. Así que la primera podría ser el escenario, la ciudad de provincias, y las otras dos, la vivencia paralela que se da en ese escenario de un muchacho y una muchacha.

Incluso una coincidencia formal podría reforzar un poco esa unidad. Es que la primera, Las ferias, sucede mayormente en la Plaza de las Estaciones, y la última escena de la última, Tiempo de busca, se inicia en esa misma plaza.

5) Tengo que insistir en la tosquedad técnica de las películas, que resultará sorprendente para el público actual, acostumbrado a las maravillosas facilidades de lo digital. El super8 era muy bueno para la imagen, pero como era para hacer cine familiar, como bodas o bautizos, no estaba pensado para el sonido. Yo le añadí a las películas, muy trabajosamente, sonido, porque el cine sin sonido no me parecía cine. Así que lo menos agradable de las tres películas es, sobre todo, el sonido y, sobremanera, en la de en medio, José Luis, que, para que los actores tuvieran más frescura, más naturalidad, la hice con sonido directo, tomando el sonido en el rodaje. Era una técnica imposible, con los medios que tenía, así que el mal sonido de José Luis lo van a tener que sufrir ustedes ahora. En la siguiente, espantado por la experiencia, lo que hicimos fue doblar los diálogos tras el rodaje, con un resultado ya mejor. Así que el mal trago, hoy es a la mitad. Aunque también José Luis es de mis películas la favorita de Rubén García, que es el primer experto mundial en mi cine.

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Lejos del tiempo, del espacio, un hombre fuera de sí,

fino como un pelo, ancho como el alba,

espumea por la nariz con ojos trastornados

y las manos extendidas para palpar el decorado.

 

—Que por cierto no existe. ¿Pero cuál es, se dirá,

el significado de esta metáfora:

«fino como un pelo, ancho como el alba»?

¿Y por qué esa nariz fuera de las tres dimensiones?

 

Si hablo del tiempo, es que no ha llegado,

si hablo de un sitio, es que ya no existe,

si hablo de un hombre, pronto va a estar muerto,

si hablo del tiempo, es que ya no lo tengo,

 

si hablo del espacio, un dios viene a destruirlo,

si hablo de los años, es por anonadar,

si oigo el silencio, un dios se pone a mugir

y sus gritos insistentes sólo pueden molestarme.

 

Pues tales dioses son demonios: trepan por el espacio

finos como un pelo, anchos como el alba,

espumeando por la nariz, la faz cubierta de baba

y las manos extendidas para pillar un decorado.

 

—Que por cierto no existe. ¿Pero cuál es, se dirá,

el significado de esta metáfora:

«finos como un pelo, anchos como el alba»?

¿Y por qué esa faz más allá de las tres dimensiones?

 

Si hablo de dioses, es que pueblan el mar

con su peso infinito, con su vuelo inmortal,

si hablo de dioses, es que llenan el aire,

si hablo de dioses, es que son permanentes,

 

si hablo de dioses, es que viven bajo tierra,

insuflando a cada suelo su aliento vivaz,

si hablo de dioses es que fraguan el hierro,

amontonan el carbón, destilan el cinabrio.

 

¿Son dioses o demonios? Llenan el tiempo

finos como un pelo, anchos como el alba,

el brillo de sus ojos rotos, la nariz espumeante,

y las manos extendidas para pillar un decorado.

 

—Que por cierto no existe. ¿Pero cuál es, se dirá,

el significado de esta metáfora:

«fino como un pelo, ancho como el alba»?

¿Y por qué esas manos fuera de las tres dimensiones?

 

Son demonios, sí. Uno baja, el otro sube.

A cada noche su día, a cada monte su valle,

a cada día su noche, a cada árbol su sombra,

a cada ser su No, a cada bien su mal.

 

Son reflejos, sí, imágenes negativas,

que cambian inmovilidad por agitación,

arrojando a la nada su multiplicidad activa

y fabricándole un doble a cualquier verdad.

 

Mas el hombre —ni dios ni demonio— está perdido,

fino como un pelo, ancho como el alba,

espumeando por la nariz con ojos trastornados

y las manos extendidas para palpar un decorado.

 

—Que por cierto no existe. Es que está fuera de sí.

No es lo bastante fino, no es lo bastante ancho:

demasiados músculos retorcidos, demasiada saliva empleada.

La calma llegará cuando vea que el Templo

de su forma asegura su propia eternidad.

La russie2
Traducción: Manuel Asín