Atisbos de delicadeza: El blog de DOS METROS DE ESTA TIERRA

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No son muchas las oportunidades donde podemos conocer el proceso creativo y logístico de una película a través del diario de su propio director. Diario, o blog como es el caso. Un blog cultivado por Ahmad Natche a lo largo de cuatro años donde se nos van revelando las alegrías y dificultades de las distintas fases que supone la producción de una obra cinematográfica tan hermosa como la palestina Dos metros de esta tierra.

El blog de Natche comparte con nosotros, a modo de cuaderno de notas, desde las primeras ideas que hicieron surgir este proyecto, hasta las crónicas por los festivales donde se viene estrenando la película. En medio de ello, las «circunstancias colaterales»: las dificultades que tuvo Natche para poder encontrar una productora española interesada en la película; las circunstancias en que conoció al grupo El Funoun, grupo de debka o baile folclórico palestino, cuyos integrantes aparecen luego en la película haciendo de ellos mismos; la manera de trabajar con actores no profesionales; el recuerdo de la muerte de Mahmud Darwish durante el rodaje de una película de Elia Suleiman; las ventajas y desventajas de tener un equipo pequeño de rodaje (el equipo estaba formado habitualmente por 5 personas: director, directora de fotografía, sonidista, ayudante de dirección y ayudante de producción, 5 personas para un rodaje realizado en 18 jornadas); el estreno mundial en FID Marseille y los posteriores premios…

Y, en medio de todo, la revolución árabe.

Sirva de introducción a sus reflexiones ésta acerca de la necesidad de lidiar con la separación entre ficción y documental, aún (o especialmente) para películas como Dos metros de esta tierra:

«He sugerido que el guión debía plantearse como herramienta para una reconstrucción y eso exige un comentario adicional sobre la naturaleza de cualquier proyecto cinematográfico. En mi ética como espectador y cineasta, siempre he procurado no dar importancia a la distinción que institucionalmente se establece entre ficción y documental. Sin embargo, en el momento en que uno necesita responsabilizarse de una cantidad de medios materiales y humanos más o menos significativa, debe situarse en uno u otro lado —aunque sólo sea para guardar las apariencias— con tal de justificar su inversión: hay que decidir si se hace cine de ficción o cine documental. Cualquiera puede entender lo que, virtualmente, está dentro de uno u otro campo, aunque la dificultad empiece al intentar definir los límites.

Simplificando las cosas, podemos estar de acuerdo en que el cine de ficción es posible porque la cámara está ahí y el documental, a pesar de que la cámara esté ahí. En el primer caso, la realidad necesita ponerse al servicio de la cámara y en el segundo caso, la realidad que transcurre frente a la cámara podría muy bien hacerlo del mismo modo sin que ésta y el equipo que la acompaña estuvieran presentes. El cine de ficción, por lo tanto, exige un coste mayor (iluminación y escenografías adecuadas a la historia prevista, actores disponibles el tiempo que dure el rodaje…), que es el coste de programar el azar; aunque, en la práctica, lo calculado y lo aleatorio se trenzan hasta confundirse.

Mi plan era servirme de un evento real y de unas personas reales, preexistentes, como punto de partida; pero a su vez necesitaba situar, en esa realidad dada, ciertos elementos que me interesaba relacionar entre sí, por lo que mis previsiones sólo eran posibles dentro del ámbito de la ficción.» (El post entero aquí).

Y, como cualquier diario, nuestro acercamiento al cineasta o a su película se consolida más allá de sus actividades protocolares o de las crónicas de festivales. Son esos posts dedicados a hablar de poemas, canciones, extractos de libros o imágenes callejeras, son esos retazos de vida las que nos ofrecen esos atisbos de delicadeza que luego aparecerán en la película. Personalmente encuentro en este texto de Cortázar (que Natche sube aquí) el eco de esa conexión espiritual que me resuena por dentro tras haber visto Dos metros de esta tierra:

«¿Conoces Le Paysan de Paris de Aragon? Cultivo esa misma ternura por lo anti-turístico, por calles y parajes que pretendo ser el único en frecuentar. Por ejemplo en la parada del autobús 92 en l’École Militaire, está un dios que es solamente mi dios. Un dios con un solo fiel. Es una gran mancha en un paredón, una especie de lepra verdosa que ha dibujado una terrible, amenazadora imagen con un solo ojo. Parece salida de un códice de Yucatán. Todas las tardes le rindo mi secreto homenaje cuando el 92 para un momento. A nadie le hablo de mi dios. Y en la Avenue de Villiers conozco un árbol con corbata. Hace más de cinco meses que alguien le ató un cordón verde, y la corbata sigue ahí, después de todas las lluvias y las nieves del invierno. Esto es para que sepas un poco de mi vaga y errabunda manera de frecuentar la ciudad».

Julio CortázarCartas a los Jonquières. Alfaguara, Madrid, 2010. Pág. 375.

  Siempre será motivo de alegría conocer mejor una película a través de la intimidad de su director, de sus diarios, sus viajes, sus gustos, sus conflictos, sus victorias.

Fernando VR

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Dos metros de esta tierra se estrena el 19 de septiembre en la sala Zumzeig de Barcelona y en los Renoir de Madrid.

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