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Archivo de la etiqueta: Andrea Queralt Lange

Johan van der Keuken es una leyenda del cine documental de cuatro décadas. Intermedio DVD publicó más de una decena de sus obras entre 2006 y 2008 , de las que aun quedan algunos ejemplares de las de mayor tirada. Holandés, experto en fotografía, que fue su gran pasión junto al cine, puedo llevar a cabo su trabajo gracias a la financiación del canal público holandés VPRO, un canal que empezó en 1926 como un medio de difusión de los «protestantes liberales» (liberales en el sentido ilustrado del término) y que además de producir la carrera de Van der Keuken fue el primer canal en mostrar un desnudo en una televisión holandesa, en 1967, en apoyar a grupos como los Dire Straits en 1978, o en liberar aplicaciones de código abierto, el conocido como software libre, en 2000.

Van der Keuken ha ocupado pocas páginas en el internet en castellano. Su obra está reseñada en la crítica y la prensa especializada en papel durante más de cuarenta años. Aún así hemos encontrado algunos ejemplos de material dedicado a este cineasta, en absoluto maldito, pero sí borroso, como todo lo análogico, en tiempos en que el registro, el log de la creación, ha de quedar sobre todo inscrito en la red. Resumimos, y os invitamos a ampliar las respectivas lecturas en las páginas de referencia de esta reseña, los artículos que sobre Johan van der Keuken hemos descubierto navegando por varios medios.

Jaipur, Rajastan, Inde: de l'après-midi à la tombée de la nuit, 1991, Johan van der Keuken

Johan van der Keuken: el cine que nace del cuerpo por Manuel J. Lombardo, en Diario de Sevilla

«(…) Sus primeros trabajos de los años sesenta (París al alba, El chico ciego, Beppie, Herman Slobbe, El espíritu del tiempo, Ben Webster en Europa, El gato), esbozan ya desde la lógica del retrato esa constante de todo su cine en la que «filmar pasa por construir un sistema perceptivo alejado del modelo de una percepción natural que se cree privilegiada», como señala Cristóbal Fernández. Un sistema que se manifiesta en «los desencuadres, los pequeños movimientos que interrumpen la percepción natural de las cosas y seres filmados, las relaciones entre elementos aparentemente irreconciliables, la ruptura de un espacio-tiempo homogéneo y lineal a través del montaje, la presencia corporal del cineasta en la imagen…». Efectivamente, sus películas exponen su materia táctil y musical (jazzística) de forma evidente, explicitando su dialéctica constante entre realidad, energía física (del propio cuerpo del cineasta) y representación, encarnando la verdadera encrucijada del documentalista, un tipo al que Daney prefería llamar documentidor. 

La jungla llana (1978) se adentra en el mar de Frisia, una región única en el mundo que comprende la zona costera de Holanda, Alemania y Dinamarca y que, según las mareas, es unas veces mar, y otras veces tierra. Van der Keuken filma esta «jungla llana» desde una perspectiva de resistencia política: su fauna, su flora, sus habitantes están sometidos a las profundas transformaciones del desarrollo económico, técnico e industrial que atraviesa la región. Entre el documental y la ficción más militante y brechtiana, El amo y el gigante (1980) aborda el tema de la rivalidad en la creación. Mito y realidad se reúnen en este film que pone en escena dos universos distintos: un hombre y una mujer en un barrio en demolición de Ámsterdam, e imágenes de la vida en los confines del Sahara tunecino (…)»

En Diario de Sevilla 15-7-2008

Johan Van der Keuken. La imagen-cuerpo, por Cristobal Fernández, en Blogs & Docs

«(…) La voz será otro de los elementos que permitan trabajar la inscripción del cuerpo en la imagen. Si para el cine directo la voz quedaba básicamente circunscrita en el registro del otro, aún cuando lo impensado de un sujeto se filtraba por sus redes, para Van der Keuken la voz como expresión del cuerpo-sujeto del cineasta debe estar presente. Ya desde sus primeras películas, el cineasta utiliza su voz para marcar sus imágenes. En Lucebert, Poet-Painter (1962) el cineasta silba, tararea, recita, como en una improvisación de jazz, al ritmo de las imágenes y los cuadros de Lucebert. En Les Vacances du Cinéaste la voz-off se convierte en vehículo de la expresión de una extrañeza y una duda sobre el mundo (“No puedo ver el rostro de la tierra, miro por detrás su espalda en la luz, y la luz soy yo entre los otros”). Y así en muchas otras. En cualquier caso, la presencia de la voz del cineasta permite, de nuevo, esa confrontación del sujeto con el mundo, que supone abrir un espacio para la presentación de un real más complejo y ambiguo. Lo mismo sucederá con las entrevistas. Así, en The Flat Jungle o en I love $, su voz materializa su resistencia en el desarrollo de éstas, dialogando con los poderosos, desplegando en la toma una especie de resistencia, que es moral y política, pero también corporal. Aún cuando el cineasta elabore tesis sobre el mundo, y despliegue en ciertos pasajes en off juicios sobre éste, su voz se somete a los mandatos de ese pensamiento del cuerpo que acompaña a sus imágenes. “Es darle la vuelta al principio mismo de la película de tesis que evacua toda noción de coraje. Lo que se dice en off como comentario será repetido en directo en presencia del adversario. En respuesta a sus respuestas” (22). Van der Keuken deja hablar y expresarse a los sujetos durante la toma, pero a la vez no renuncia a confrontar su pensamiento con el otro en el momento de la filmación.

Por otro lado, su cine se desmarcará aún más del directo al recuperar, en buena medida, la tradición de un cine en el que se desarrolla la voz-over, elemento totalmente ausente, y prohibido en la retórica del directo, para el que el sonido, lo mismo que la imagen, dependen de la observación natural. El cineasta habla así, en algunas películas, por encima de las imágenes, produciendo choques y significaciones. Sin embargo, si la voz-over se caracteriza, sobre todo en el modelo del documental periodístico o científico, por establecer juicios sobre el mundo, por desplegar su poder sobre lo real, en el cine de JvdK se producirán desviaciones, ya que en algún momento la voz del cineasta, la “voz de dios”, será relacionada con el cuerpo, en este caso de quien filma y se corporeiza en la película. La voz-over se convierte entonces en voz-off. “Precisamente porque la voz [la voz-over] es ilocalizable, porque no es relacionada con un cuerpo, es capaz de interpretar la imagen, de producir su verdad” (23). Al relacionar la supuesta verdad de la palabra, con la realidad de un cuerpo-sujeto cineasta en la película, el cine de Van der Keuken introduce de nuevo la duda, lo arbitrario de las argumentaciones, y complejiza los niveles, capas, estratos y relaciones de la voz con el cuerpo y con lo real. Así, se producirán incesantes trasvases entre diferentes voces (monólogos que se transforman en entrevistas, voces-over que se transforman en voces-off….). Incluso la sincronía, auténtico campo de batalla del directo, será tan sólo uno de los casos, uno de los posibles acercamientos a lo real en el cine de Van der Keuken. La voz, al someterse también a la lógica del cuerpo, introduce nuevas potencias, y abre espacios de relación entre el cineasta y el otro. “El cuerpo es sonoro tanto como visible”. (…)»

En Blogs & Docs extraído del libro «Cine directo. Reflexiones en torno a un concepto«, coordinado por María Luisa Ortega y Noemí García y editado por el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria y T&B editores. Hay por cierto una curiosa página titulada «Cinefoto Documental» que reproduce, sin citar las fuentes, sólo la primera de las seis páginas del artículo seguramente porque no lo leyeron entero…

«Yo, que ni siquiera comprendo un árbol» por Andrea Queralt Lange, en Lumière

«(…) Lejos de dejarle aturdido, la noticia le animó a seguir con su jornada parisina. Dio entrevistas, conversó con la gente, rió; paseó una vez más por las calles conocidas. Calles donde había filmado tantos amaneceres, haría entonces cuarenta años, en el inicio su particular historia del cine (Paris à l’Aube, 1957). En una de las avenidas se topó con las protestas de miles de estudiantes. Había policías y grupos de periodistas tomando fotos. En cuanto vio las cámaras, Van der Keuken sintió de repente el impulso de posar, de colarse en medio de la multitud para quedar inmortalizado en las instantáneas. Él, que a los diecisiete años heredó una Ikoflex de su abuelo y que antes de cineasta había sido fotógrafo. Ahora, sabiéndose enfermo, necesitaba invertir los roles y sentirse fotografiado. «Me hago fotografiar entre los estudiantes y la policía, como para decir: “lo véis? Soy un observador detenido. Estoy bien”». (…) Un epílogo con voluntad de tal. No hay tantos cineastas que hayan filmado su propia letanía. Tarkovski o Ray tuvieron también una muerte asistida, pero siempre relegando la cámara a un joven discípulo (Marker, Wenders). Van der Keuken, en cambio, no pudo renunciar a la cámara. Ese gesto supondría la muerte: «Tengo que continuar filmando. Si no puedo crear imágenes, estoy muerto». Esto es Die grote vakantie. Un registro de sus últimas fuerzas, de sus últimos pálpitos o, lo que es lo mismo, sus últimos pulsos como camarógrafo. No hay tiempo para detenerse. Las partículas se aceleran. (…)»

En Revista Lumière

«El arte del improvisación» por Alfonso Crespo, en Discóbolo.com

» Tocar el cine como se toca el saxo. Fue el crítico Serge Daney el que mejor supo conceptualizar la vibrante libertad del cine de Johan van der Keuken, quien pronto comprendió que al careo con lo real, a la cita ante el Otro, no se podía acudir con apriorismos o rígidas recetas, sino con humildad y una buena dosis de valentía. Así, el holandés, en su materialista confección de formas pensantes, equilibró en la práctica cinematográfica la importancia de imagen y sonido, bandas aquí muy erógenas, que responden al menor de los estímulos del exterior: existe una estructura, una melodía, una horizontalidad presta a abandonarse por un impulso vertical, por una furia dialéctica, para, luego, quedar retomada a la espera del próximo decurso. Decurso y excurso: con su ya frágil ya brutal frotamiento pretende van der Keuken salvar, en la medida de lo posible, la distancia entre el hombre de la cámara y el hombre ante la cámara. Este cine jazzístico, fragmentario, que se expande y se contrae, se hizo explícito mediante el vínculo creativo entre Keuken y el músico Willem Breuker, pero podría tener un primer padre en el Ben Webster al que el cineasta retratara en un precioso mediometraje que documenta la estancia del músico en Ámsterdam. (…) »

Johan van der Keuken en Intermedio DVD

· EL CHICO CIEGO y otros films Dir.: Johan van der Keuken (1960 – 1968)

· La jungla llana (De Platte Jungle) Dir.: Johan van der Keuken 1978 

· Hacia el Sur (De Weg naar het Zuiden) Dir.: Johan van der Keuken 1981

Jaipur, Rajastan, Inde: de l'après-midi à la tombée de la nuit, 1991 - © Johan van der Keuken

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